domingo, 11 de abril de 2010

CIRCO DE GREDOS - AMEAL DE PABLO: "Amores que matan" 195m, V+/A2+... New route by Team Cano-Casillas.

Los sueños son como el arco iris, entes inaccesible que adorna nuestro descanso y nos ayudan a cargar de motivación las pilas emocionales. Pero hay ocasiones, en las que usando un atrapasueños conseguimos cazar alguno, retenerlo y compartirlo con los amigos, en ese momento, una cosa personal se convierte en un hecho grupal y de ahí a manifestarse, es solo cuestión de tiempo y un poco de esfuerzo.

En nuestro caso, esfuerzo de cargar una pesada mochila durante más de 3 horas, rozar el masoquismo colgado del vacío sobre el arnés durante minutos larguísimos, esfuerzo de sudar tintan en los movimientos más complicados de la escalada o mantener la sangre fría cuando las cosas se complican o las cuerdas no salen del rapel.

Si me pusiese a contar las cosas más importantes de la ascensión, que se me pasan por la cabeza, llenaría varios folios y más que una entrada de blog, sería un dossier tan pesado como intrigante, así que me limitaré a resumir lo acontecido y dejaré las batallitas para las noches de vivac o para los nietos.

Lo cierto, es que la idea de abrir una nueva vía en el Ameal de Pablo, me rondaba la cabeza desde el año pasado, cuando realizaba la integral del Circo con los compañeros del Plan de tecnificación Extremeño. Ver la gran barrera de techos sin un ápice de nieve, en medio de la blancura invernal, me cautivo y no en vano recibió varias decenas de fotos desde todos los ángulos.

Este verano era la fecha elegida para ir a probar fortuna, pero por extraño que parezca, esta quiso adelantarse y tras comentarle a Iñaki la jugada, los días que hemos pasado esta Semana Santa en Levante, gustó de la idea. Así de paso, entrenábamos para la actividad estrella de Alpes de este verano y me venía él a hacer una visita a mi zona.

Unas jornadas después, quedamos en el Puerto del Pico a eso de las 3 y media, hicimos una escalada veloz a "Estación California", preparamos el material para las jornadas posteriores y cenamos tranquilamente en Hoyos de Espino.

Como siempre, el reloj madrugó más que nosotros, pero fuimos capaces de arañarle una hora a su primer aullido. Así, más bien tarde, a las 9:30 salimos camino de nuestro objetivo, descargamos la mitad de nuestro equipo en el Elola y proseguimos aun casi hora y media más de tortura hasta pie de vía.

Lo más difícil estaba echo, había capturado un sueño, lo conseguimos dar forma, habíamos recorrido cientos de kilómetros para llegar allí, cargado durante horas con ingentes cantidades de material, comida y ropa, para mirar hacía arriba y comenzar a disfrutar.

Los primeros movimientos de la nueva ruta, compensaron sin duda el esfuerzo, pues no se que será, pero la satisfacción de crear un itinerario propio, produce un placer infinito y una sensación de autosuperación indescriptibles.

El día tocaba a su fin y habíamos conseguido ascender unos 100 m, llegando hasta los primeros movimientos del L4, desde donde fijamos y descendimos al suelo, nos desvestimos de nuestras armaduras, que prendieron colgando a la espera de la nueva jornada, y sonrientes descendimos hacía la guarida.

A la mañana siguiente, la bruma dio paso a un gran día de sol y escalada, que se inició tarde como siempre. Pero a eso de las 11:30, estábamos otra vez en el punto alcanzado el día anterior. 3 horas y media le costó a Iñaki superar la barrera de techos y colocarse fuera de las dificultades, casi una hora a mi limpiarlo y poco más de dos, abrir los largos superiores, llegando a la cima con tiempo suficiente para descender con los últimos rayos de sol.


Todo tan bonito que por algún lado tenía que estallar, por eso, las cuerdas se negaron a salir del rapel de montamos por la cara norte desde la cima y nos obligaron a invertir ingenio, tiempo y esfuerzos para poder llevarnoslas con nosotros y descender los últimos metros sin crampones por las rampas de nieve helada, era la última prueba, el último aprendizaje que nos aportaba la ruta.

Las luces terminaros por apagarse y nosotros aun proseguíamos el camino de descenso, tras 14 horas de actividad, nuestros cuerpos iban con el piloto automático y el depósito en reserva, no se oía ni un ruido, tan solo el acompasado sonido de nuestra respiración vibraba el ambiente, cada uno sumido en sus pensamientos, deseando ver a nuestras chicas, pues la montaña nos encanta, pero hay "Amores que matan" y el de ellas nos da la vida...

Era hora de abrazarnos, celebrarlo y buscar nuevos retos...

Gracias Iñaki, por compartir mis sueños de escalada y dejarme formar parte de los tuyos.


Este verano en Alpes.... Al lío!!!


1 comentario:

Anónimo dijo...

CHAPO maquinas!...ese murko techado era un auténtiko sueño de muchos de nosotros. Esta actividad es todo un ejemplo para todos......S2
Fdo.A5lunnis